viernes, 21 de agosto de 2015

Capítulo 21 "Preparativos"

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El día de hoy ha sido básicamente una discusión con Ana sobre porque, o porque no debería ir a la fiesta.
Según ella será bueno para mí salir y divertirme, pero para mí no es más que malgastar el tiempo de una manera con la que amargo a los demás. Es decir, estar en casa llorando no es aprovechar el tiempo, pero al menos de esa forma solo me amargo a mí misma, si salgo por ahí con gente también los amargo a ellos con mi pesimismo. Además no pinto nada allí. La fiesta es para jugadores, amigos y familiares, y que yo sepa no soy nada de ninguno de ellos, pero Ana insiste en que sí, en que soy amiga de su hermano, y yo le debato que su hermano y yo somos amigos porque ella está en medio, y quizá la palabra amigo sea demasiado para describir nuestra relación.
Ana ha llegado a intentar convencerme con el argumento:
“Quizás conoces a un chico guapo y te enamoras, y te olvidas del imbécil de José. Y si tienes suerte, quizá encuentras a un mejor amigo nuevo… aunque claro no se para que quieres un mejor amigo, si ya me tienes a mí, tu mejor amiga”
Si Ana pensaba que así me animaría, estaba muy equivocada, pero se le agradecen los intentos.
Son las seis, cuando llaman al timbre y mi madre va a abrir. No sé porque pero una vocecita en mi interior me dice alegremente que será Ana.
-Cariño, es Ana- me llama mi madre.
Vaya, la vocecita alegre tenía razón. Bajo las escaleras y allí sentada en el sofá, como si se sintiera una intrusa está Ana.
-Hola- dice tímidamente y me doy cuenta, que al otro lado de una barra, como la de los bares, está mi madre. No es que esté cotilleando, pero es lo que pasa cuando tienes el salón-comedor, abierto con la cocina.
-¿Bajamos al sótano?- Le propongo, y ella asiente.
El sótano es territorio compartido con mi hermano. Es como un salón, que hemos decorado juntos. Hay un sofá, una mesa de café y enfrente una tele. A la izquierda hay un billar. En la pared del fondo hay una diana con dardos. A la derecha hay dos puertas, una es un armario lleno de cosas que no usamos, y la otra es un pequeño baño. Detrás del sofá, junto a la diana, están las escaleras. A la derecha de la tele hay dos estanterías, una de mi hermano y otra mía.
El sótano es muy grande, así que, entre las escaleras y la diana, y el sofá hay un gran espacio, en el que mi hermano y sus amigos suelen bailar cuando este organiza alguna fiesta. De hecho, Rodrigo, quiere conseguir una bola de discoteca.
Ana y yo nos sentamos en el sofá.
-Ya sabes porque estoy aquí.
-Sí, pero sigo pensando lo mismo que ayer, y lo mismo que esta mañana.
-Pues eres tonta.
-Pues soy tonta.
-Sol, por favor… Mira olvida todo lo que te he dicho, yo tengo que ir, porque mi hermano ya lo ha dicho, y todos piensan eso, por favor no me dejes sola.
-No te dejo sola, hay muchas chicas.
-Sol… por favor…
La vocecita que se había alegrado cuando Ana ha llegado empieza a decir dentro de mi cabeza:
“-Sol, no seas amargada, ve y diviértete. Será genial.”
-Bueno, vale, iré, pero si me siento incomoda por cualquier cosa me voy.
-Sabía que te convencería- Se ríe Ana.-Bien, pues nos vamos de compras, arréglate.
-¡Si señora!- Y las dos nos reímos.
Me cepillo la melena rubia, hasta dejarla sin un solo nudo. Me pongo una camiseta corta, con la cual se me ve el ombligo, y unos vaqueros. Me calzo las converse y tras coger dinero, el móvil y las llaves, me voy con Ana a la parada del metro.
Cuando llegamos al centro, empezamos por las tiendas que más nos gustan; Bershka, Stradivarius, Mango, Springfield…
Ana se compra un vestido rosa de tirantes finos, no muy escotado, con un poco de vuelo y por encima de las rodillas de Stradivarius. Y unos tacones no muy altos también rosas.
A mi aún no me ha gustado nada. Entramos en Pimkie, donde encuentro una camiseta blanca, ceñida, de palabra de honor y una falda, corta, de tubo negra. Se la enseño a Ana, y tras darle el visto bueno me la pruebo.
-¡Dios mío!- exclama cuando salgo del probador.- Me encanta, estas, estas… ¡preciosa!
-Gracias- digo sonriente.
Ana tenía razón una tarde de chicas me está animando bastante. Me llevo el conjunto, y luego me compro unos tacones de punta redonda, altos y negros y un bolso de mano negro, con el cierre blanco.
Tras las compras, nos tomamos un café en Starbucks y  nos despedimos.

* * *

Ya es sábado, y son las siete de la tarde. La fiesta es a las diez. Ana vendrá a las ocho para empezar a prepararnos.
Salgo de mi habitación, y me dirijo al baño, cuando mi hermano me intercepta.
-Hey, pequeña, sé que esta noche vas a la fiesta de los de rugby, yo también estaré por ahí con mis amigos y con Ona y sus amigas. Quiero que sepas…
-¿A quién conoces tú en el equipo de rugby para poder ir a la fiesta, la cual es para familia y amigos?
-Ese chico grande y alto, de pelo negro… ese chico que se llama… ¡Hugo! Es el hermano pequeño de Ona.
-Vale ella entra en familia, pero ¿tú y el resto?
-Ella es familia y nosotros somos los amigos de la familia. Dicen familia y amigos, pero no especifican de quien deben ser los amigos.- Pongo  los ojos en blanco y él continua.- ¿por dónde iba?... ¡Ah, sí! Quiero que sepas que tienes mi permiso para darle una bofetada a José y enrollarte con otro chico. Hugo no esta tan mal…solo tiene la constitución de un gorila y el cerebro de un mosquito… ¡NO me mires así! Es el hermano de Ona, vale, pero no quita que sea un completo inútil.
> Pero que conste que solo he dicho enrollarte, si quieres una relación con él, tienes que presentármelo.-Vuelvo a poner los ojos en blanco, le doy un empujón y entro en el baño.
Ya estoy duchada, y me he secado y cepillado el pelo. Me pongo una camiseta ancha y unos pantalones cortos de chándal para estar cómoda.
A las ocho llega Ana en vaqueros y sudadera. En una mano lleva una bolsa en la que llevará las cosas.
Me siento en la cama y ella comienza a plancharme el pelo con sumo esmero. Cuando acaba, nos vamos juntas al baño. Mientras yo me maquillo ella se cepilla el pelo. No me maquillo en exceso, simplemente me pongo un poco de base, me pinto la raya verde, ya que según mi hermano me realza los ojos, un poco de rímel y pintalabios. Ana se pone brillo.
Planchándome el pelo hemos tardado una hora, y en arreglarnos, media, así que debemos salir ya, para llegar puntuales.
Nos ponemos los tacones y guardo en mi bolso el móvil, el pintalabios (rojo), la cartera, y las llaves. Ana lleva lo mismo, solo que en vez de pintalabios rojo, lleva un brillo rosa brillante.

MI hermano nos llevará en coche hasta casa de Ona, que está a unas manzanas del local, al que iremos andando.